Este artículo fue publicado originalmente por Grantmakers in Health, Views from the Field y está disponible en: https://www.gih.org/category/views-from-the-field/
Autores
Abena Asante, Oficial Sénior de Programas, Fundación St. David
William Moore, director de The Strategy Group y miembro sénior del Centro del Medio Oeste para el Liderazgo de Organizaciones sin Fines de Lucro
Este informe describe un proceso de aprendizaje en desarrollo que busca fortalecer la conexión social, la voz de los residentes y su capacidad de acción para abordar las desigualdades en la salud y el bienestar rural. A lo largo del camino, hemos comprendido las lecciones importantes para cada una de nuestras instituciones y cómo nos beneficia haber adoptado este enfoque en nuestro trabajo.
La estrategia rural de la Fundación (https://stdavidsfoundation.org/grantmaking/strategic-priorities/thriving-rural-communities/) se centró en redes de impacto social (Plastrik et al., 2014), el desarrollo de redes (Holley, 2012) y la participación comunitaria sostenida para crear una red en expansión, diversa e inclusiva, liderada por residentes y enfocada en las desigualdades en salud y bienestar, a menudo reforzadas por legados históricos y estructurales de exclusión y privilegio. Stuart (2014) señala: «Este es uno de esos casos donde el compromiso con la justicia social es crucial. Es importante considerar quién está incluido en la "comunidad" que lidera el proceso. ¿Quién está excluido del liderazgo comunitario? ¿Qué voces no se escuchan en el debate comunitario? ¿A qué intereses se está atendiendo?». Y si la comunidad impulsa las decisiones sobre su propio desarrollo, ¿qué implicaciones tiene esto para la forma en que la Fundación debería invertir en la comunidad?
El enfoque de red comunitaria en el centro de Texas prioriza:
1. Centrar las voces y experiencias vividas de los residentes rurales BIPOC (oportunidades equitativas);
2. Crear una red de líderes residentes interesados que tengan un profundo conocimiento de sus necesidades y las de sus vecinos para dirigir su propio trabajo de desarrollo comunitario; crear nuevas relaciones y ofrecer nuevas formas de trabajar, pensar y liderar en la comunidad (es decir, redes de impacto social);
3. Involucrar y apoyar a los residentes locales para que se organicen y trabajen en proyectos que hagan que la comunidad pase de hablar de los problemas a tomar medidas al respecto (es decir, autoorganizarse);
4. Apoyar a los residentes que quieran desarrollar habilidades de liderazgo para involucrar a otros residentes y trabajar juntos en una red liderada por residentes centrada en la salud y el bienestar (es decir, tejedores de redes); y
5. Poner un fondo de recursos en manos de quienes han vivido experiencias de inequidad en salud, pobreza y aislamiento social; están más cerca de los problemas de la comunidad; y quieren trabajar con sus pares para mejorar la salud y el bienestar de la comunidad desde una postura solidaria.